LOS HOSPITALES DEL FUTURO EN LA VISIÓN
DEL Dr. BACH Y EN LA DE AQUELLOS QUE SOÑAMOS COMO ÉL.
Los hospitales del futuro serán un santuario de paz, esperanza y alegría. Sin apuros, sin ruidos, completamente desprovistos de todos esos aterradores instrumentos y aparatos actuales, libres del olor de antisépticos y anestésicos, libres de todo aquello que sugiera enfermedad y sufrimiento. Tampoco habrá frecuentes controles de temperatura que perturben el descanso del paciente, ni exámenes diarios con estetoscopios y paracentesis que graben en su cerebro la presencia de su enfermedad. Ningún control constante del pulso que sugiera que el corazón está latiendo demasiado rápido. Porque son todas estas cosas las que alteran la atmósfera ideal de paz y calma que necesita el paciente para llegar a una rápida recuperación. Tampoco habrá ninguna necesidad de laboratorios, porque los minuciosos y microscópicos exámenes de los detalles ya no importarán cuando se asuma plenamente que es el paciente quien debe ser tratado y no la enfermedad.
El objetivo de todas las instituciones será tener una atmósfera de paz, esperanza, júbilo y fe. Se hará todo lo necesario para estimular al paciente para olvidar su enfermedad y luchar por su salud, y al mismo tiempo, a corregir cualquier defecto en su naturaleza y llegar a comprender la lección que tiene que aprender.
Todas las cosas del hospital del futuro serán elevadas y hermosas, de modo que el paciente se refugie en él, no solo para ser aliviado de su enfermedad, sino también para desarrollar el deseo de una vida más armonizada con los dictados de su Alma de lo que lo había hacho hasta ese momento.
El hospital será la madre del enfermo, lo llevará en sus brazos, lo calmará, lo confortará y le dará esperanza, fe y coraje para vencer las dificultades
El médico del mañana comprenderá que él, por sí mismo, no tiene poder para curar, pero que si dedica su vida a servir a sus hermanos, a estudiar la naturaleza humana, y así comprender en parte su significado, a desear de todo corazón aliviar el sufrimiento y a renunciar a todo para ayudar a los enfermos, entonces podrá canalizar a través de él el conocimiento que los guíe y la fuerza curativa que alivie sus dolores.
Y aún así, su poder y su capacidad de curar estarán en proporción a la intensidad de su deseo y de su voluntad de servir. Entonces comprenderá que la salud, al igual que la vida, pertenece a Dios; que él y los remedios que usa son meramente instrumentos y agentes del Plan Divino para ayudar a los que sufren a regresar a la senda de la Ley Divina.
El médico ya no tendrá interés en la patología, o la anatomía patológica, ya que SUS ESTUDIOS SE CENTRARÁN EN LA SALUD.
La educación del médico consistirá en un profundo estudio de la naturaleza humana, y una gran comprensión de lo puro y lo perfecto, así como de la condición divina del hombre, que les permita a aquéllos que sufren armonizar sus conductas con su Yo espiritual, de modo de llevar la salud a su propia personalidad.
El tratamiento del mañana consistirá esencialmente en despertar y estimular cuatro cualidades en el paciente.
Primero: paz; segundo: esperanza; tercero:alegría, y cuarto: fe.
Y todo el entorno y las atenciones tenderán a ese fin, para rodear al paciente de una atmósfera de salud y luz que lo aliente a la recuperación. Al mismo tiempo, los errores del paciente, una vez diagnosticados, le serán señalados, mientras se le proporciona la asistencia y el estímulo necesarios para que pueda vencerlos.
Han pasado 78 años y esto está lejos de verse pero no se renuncia jamás a un ideal. No será ahora, pero quizás en el futuro con un cambio de conciencia, se realice.
Dra María Delia Laporta
No hay comentarios:
Publicar un comentario