lunes, 25 de junio de 2007

Lo que pica, cura

Un estudio afirma que el sabor picante de guindillas, pimientos y chiles favorece la disminución de lípidos corporales

Un estudio americano ha puesto de manifiesto que la capsaicina, responsable del sabor picante de pimientos, guindillas y chiles, es capaz de reducir los niveles de adipocitos y frenar la hiperlipidemia. Como resultado, las ventas de este producto como suplemento dietético en tiendas de régimen alcanzan actualmente cotas insospechadas a un lado y otro del Atlántico

JORDI MONTANER
17 de junio de 2007

Según Euromonitor International, empresa reconocida mundialmente por sus estudios de mercado, las ventas de suplementos de capsaicina en Europa han generado en los últimos doce meses un volumen de negocio de casi 900 millones de euros, tres veces menos que en Estados Unidos.

A las conocidas propiedades antiinflamatorias y analgésicas de esta sustancia natural, presente en los pimientos picantes, se suma ahora la virtud de disminuir los lípidos corporales. Gow-Chin Yen y Chin-Lin Hsu, de la Universidad Nacional Chung Hsing de Taiwán, escriben en un artículo publicado en la revista científica Journal of Agricultural and Food Chemistry que la capsaicina no sólo inhibe la proliferación de preadipocitos 3T3-L1 (células grasas immaduras) en modelos animales de investigación, sino que estimula su muerte celular programada (apoptosis).

Puestos a subrayar la trascendencia de este hallazgo, los investigadores taiwaneses recuerdan que una de las vías más eficaces para prevenir la obesidad es evitar que los preadipocitos alcancen el desarrollo a células adultas. Según ambos científicos, «la capsaicina evita este paso biológico de mortíferas consecuencias fisiopatológicas».

Menos grasa

La OMS estima que hay más de 300 millones de personas obesas en todo el mundo. En Estados Unidos, una cuarta parte de la población se ajusta al patrón universal de obesidad, y Europa se aproxima a esta tendencia.

La capsaicina inhibe el crecimiento de los preadipocitos 3T3-L1, células grasas aún immaduras
Para llevar a cabo sus estudios, Yen y Hsu bañaron un cultivo in vitro de preadipocitos 3T3-L1 de ratón en distintas soluciones que contenían de 0 a 250 micromoles de capsaicina, incubándolos por espacio de 24, 48 y 72 horas. Observaron que, en este tiempo, la capsaicina inhibía el crecimiento de estas células dependiendo proporcionalmente del tiempo y de la dosis empleada (a mayor dosis, más efecto).

Una vez finalizada esta primera fase, los científicos quisieron reproducir en un laboratorio el efecto, en los preadipocitos del cuerpo humano, de la concentración de capsaicina en el estómago propia de una dieta estándar con pimientos picantes (del tipo que se come normalmente en Tailandia o en la India). «Una ración normal de pimientos picantes añadida a la comida comportaría una infusión de 128 microgramos de capsaicina por quilogramo que, al mezclarse con el fluido gástrico estomacal de un individuo que pesara alrededor de 60 kg, quedaría en 8-25 micromoles».

En el ámbito de la biología molecular, los autores añaden, en su estudio, que la capsaicina inhibe particularmente la proteína de expresión PPAR-gamma, reguladora de la formación de adipocitos y de las reservas grasas del organismo.

La Capsaicina

La capsaicina es un alcaloide (aunque no todos los autores lo definen así) derivado del chile picante que Cristóbal Colón importó a España al regresar de su segundo viaje al nuevo mundo en 1494. Empleados desde entonces como condimento, no ha sido hasta tiempos recientes que la ciencia ha sacado a la luz, en los chiles picantes, una sustancia con capacidad para anestesiar los terminales nerviosos sensoriales locales. De esta manera, la capsaicina interrumpe la transmisión del estímulo doloroso y modula, a la baja, la expresión de enfermedades autoinmunes como artritis, psoriasis o enfermedad intestinal inflamatoria. Su fama de presunto alcaloide viene además marcada porque, en concentraciones adecuadas, favorece la producción de endorfinas en el cerebro, moléculas que promueven la sensación de bienestar.

El pimiento silvestre, origen de todas las actuales variedades picantes cultivadas, tiene su origen en Colombia. Guindillas, pimientos (rojos, verdes, picantes, morrones), ajís, chiles (con más de veinte variedades en Méjico), paprica, pimentón, cayena o tabasco son especias derivadas del género Capsicum y de la familia Solanaceae.

La intensidad de la capsaicina es tan marcada que, aún diluida cien mil veces, sigue siendo tan activa que puede producir ampollas en la lengua
El fruto suele ser, en todos los casos, una baya que encierra bastantes semillas. Dependiendo de la variedad, reciben la denominación de pimienta, guindilla, chile o ají, incorporándose con frecuencia a guisos, salsas y encurtidos. Las especias más picantes están presentes en los frutos maduros de las variedades del Capsicum frutescens. Sus bayas, de menor tamaño que los pimientos, poseen diversas formas según la variedad y diferentes tonalidades rojas tras su secado.

El nombre de capsaicina fue aplicado en 1876 a un compuesto incoloro aislado de la oleorresina (mezcla de resina y aceite esencial) del pimiento. Su principal característica es la intensidad. La capsaicina purificada (diluida cien mil veces) sigue siendo tan activa que aún es capaz de producir ampollas en la lengua, picor en la nariz y lagrimeo. Estimula las secreciones gástricas y, si se abusa de su empleo, puede causar úlceras y cáncer gástrico (tal y como demuestra un estudio llevado a cabo en Méjico). Se conoce, asimismo, que esta molécula es capaz de actuar sobre fibras no mielinizadas delgadas, activando a ciertas sub-poblaciones de neuronas sensoriales.

Fuente: www.consumer.es

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