miércoles, 6 de mayo de 2009

Revestimiento comestible para alimentos

El plástico utilizado para envolver quesos podría reemplazarse por polisacáridos naturales que reducirían la aparición de patógenos

La elaboración de quesos revestidos con sustancias sintéticas en su parte más externa está llegando a su fin. Según un nuevo estudio, el uso de polisacáridos naturales puede proporcionar recubrimientos comestibles para los quesos y eliminar así el uso de sustancias artificiales.


El estudio, llevado a cabo por expertos de la Universidad de Minho, en Portugal, y publicado en "Journal of Agricultural and Food Chemistry", concluye que el hallazgo podría servir no sólo como guía para la elaboración de nuevos revestimientos en el queso, sino también como fuente bibliográfica para el estudio de futuros materiales destinados a este fin. Como norma general, los quesos son volteados de forma regular para mantener la forma y son provistos de un revestimiento plástico que evita la formación de moho y el desecamiento. Según Miguel Cerqueria, responsable del estudio, el plástico utilizado puede reemplazarse por polisacáridos naturales, lo que aporta más calidad, mayor vida útil y reduce la aparición de patógenos.

Corteza y revestimiento

El recubrimiento del queso tras la maduración pretende protegerlo de microorganismos y otros contaminantes externos

Es importante distinguir entre la corteza del queso y el revestimiento. Son dos términos diferentes que muchas veces se utilizan como si fueran uno mismo. Durante la maduración del queso en un lugar natural o en entornos en los que la humedad atmosférica esté controlada, la parte externa forma una capa semicerrada, la corteza. Está constituida por la masa de queso que, al comienzo de la maduración, tiene la misma composición que la parte interna pero que, por diferentes reacciones, adquiere una composición ligeramente distinta a la del interior del queso y, a menudo, su sabor es más amargo.

Por el contrario, el queso puede recubrirse antes de la maduración, durante el proceso de maduración o una vez que ésta ya ha acabado. La finalidad de este recubrimiento es regular el contenido de humedad del alimento y protegerlo contra microorganismos. En cambio, el recubrimiento de un queso una vez ha acabado la maduración se realiza para protegerlo contra microorganismos y otros contaminantes, contra los daños materiales que pudiera sufrir durante el transporte y la distribución o para darle un aspecto concreto, por ejemplo, un determinado color.

Si bien la corteza se forma de manera natural, el revestimiento es una técnica que se realiza durante la elaboración. Los quesos pueden recubrirse de dos maneras distintas:

  • Formando una película, generalmente de acetato de polivinilo, que contribuye a regular la humedad durante la maduración y protege el queso contra los microorganismos.
  • Formando una capa, la mayoría de las veces de cera, parafina o plástico, impermeable a la humedad, para proteger el queso después de la maduración contra microorganismos y contra daños materiales durante la manipulación en la venta al por menor y, en algunos casos, para mejorar la presentación del queso.

Recubrimientos funcionales

Los expertos portugueses han estudiado, en colaboración con investigadores de Brasil, tres tipos de polisacáridos a partir de fuentes no tradicionales para usar como revestimiento de queso. Uno de ellos es el galactomanano, heteropolisacárido obtenido de la leguminosa "Gleditsia triacanthos"; el quitosán, polisacárido natural biodegradable, biocompatible, no tóxico y un excelente formador de películas; y agar de "Gracilaria birdiae", proveniente de una alga roja rica en polisacáridos. Con estas tres fuentes distintas de polisacáridos se evaluó la posibilidad de utilizar recubrimientos funcionales como los polisacáridos en el queso semicurado.

Para determinar el éxito de estos polisacáridos como revestimientos se ha estudiado la permeabilidad de los quesos y la cantidad de oxígeno, agua y dióxido de carbono que pasó a través de cada tipo de revestimiento. Las soluciones de "G. Triacanthos", con una composición de galactomanano de un 1,5%, de glicerol en un 2% y de aceite de maíz de un 0,5%, obtuvieron las mejores propiedades. Además, con el revestimiento a base de galactomanano disminuyó significativamente el crecimiento de moho en el queso y se consiguió alargar la vida útil después de la maduración y a diferentes temperaturas de almacenamiento.

Garantizar la seguridad

El queso es el producto elaborado a partir de la cuajada de leche estandarizada y pasteurizada de vaca o de otras especies animales, obtenida por la coagulación de la proteína (caseína) con cuajo, bacterias lácticas, enzimas apropiadas y ácidos. Los quesos deben estar elaborados con grasa propia de la leche, por lo tanto, la presencia de grasa vegetal, independientemente de su porcentaje, significa que el producto no es queso sino imitación de lo que propiamente llamamos queso. Existen más de 800 nombres de quesos, pero muchos de ellos se refieren a productos similares elaborados en diferentes localidades.

La leche destinada a la elaboración del queso puede proceder de varios animales, pero la más utilizada es la de vaca. Para elaborar un buen queso es necesario utilizar leche de excelente calidad, que provenga de un animal sano y bien alimentado, y que se someta a un tratamiento térmico que garantice la destrucción de las bacterias patógenas. También es indispensable que el proceso de ordeño y todas las manipulaciones posteriores de la materia prima se efectúen en condiciones de rigurosa higiene.

RECOMENDACIONES A LA HORA DE COMPRAR

La seguridad del queso que vayamos a comprar depende no sólo de que se apliquen en el ámbito industrial todas las medidas higiénicosanitarias necesarias. En el terreno doméstico debemos tener en cuenta algunas pautas:

  • Asegurarse de que el producto se encuentra debidamente refrigerado (tanto los quesos envasados como los que se venden a granel requieren refrigeración constante).
  • En el caso del queso envasado debemos verificar que la envoltura (plástico, papel aluminio, cartón o recipientes de plástico) no tenga rupturas, suciedad, raspaduras u otras irregularidades que indiquen que el alimento no está debidamente protegido de una posible contaminación externa.
  • Revisar siempre la fecha de caducidad.
  • Evitar comprar queso a granel que se encuentre expuesto al aire libre sin protección ya que es un medio de cultivo excelente para el crecimiento de microorganismos que pueden ser nocivos para la salud.
  • Observar con atención que el producto no tenga pigmentaciones atípicas.
  • De acuerdo con lo dispuesto por las instituciones responsables, el queso debe declarar el contenido de grasa y proteína mínimo y el contenido máximo de humedad, además de indicar el tipo y origen de la leche con la que fue elaborado. De esta manera el consumidor podrá elegir el que más le convenga.
fuente : http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/ciencia-y-tecnologia/2009/05/04/185030.php

sábado, 2 de mayo de 2009

Las enzimas de los alimentos

La industria alimentaria utiliza estas sustancias, indispensables para mantener una buena salud, en la elaboración y la conservación de alimentos
Las enzimas son sustancias químicas que puede fabricar el propio organismo a partir de las proteínas o que se pueden adquirir a través de los alimentos. Forman parte importante dentro de la alimentación diaria, al igual que las vitaminas, los azúcares o los minerales, y sin ellas la vida no es posible, ya que regulan todas las reacciones químicas del cuerpo humano. La industria alimentaria ha sabido sacar un gran partido a las enzimas y así lo demuestra el rápido desarrollo que en los últimos años ha tenido la enzimología en el ámbito de la bioquímica de alimentos.

Autor: Por ELENA PIÑEIRO
Fecha de publicación: 21 de abril de 2009
http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/tendencias/2009/04/21/184759.php
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Las enzimas se relacionan con la activación de otros nutrientes haciendo que estos sean más aprovechables por el aparato digestivo. También ayudan en la destrucción de microbios patógenos y regulan procesos químicos como la detoxificación, por lo que se les atribuye un rol depurativo. No obstante, el contenido en enzimas de los alimentos ha decrecido por el procesado, el refinado y los métodos de conservación que hoy día se utilizan en la industria alimentaria. Los alimentos frescos y fermentados son los más ricos en estas sustancias, que también se utilizan en abundancia mediante la tecnología alimentaria en la elaboración y conservación de alimentos, bebidas y productos nutracéuticos.
En relación con la salud
Cada reacción química del organismo está facilitada o controlada por unas moléculas proteicas que se conocen como enzimas. Son biocatalizadores complejos de gran especificidad y eficiencia que se producen por las células de organismos vivos, por lo que están en todos los tejidos y se encargan de regular y acelerar todas las reacciones biológicas, a través de procedimientos bien definidos. Aunque más del 40% de las proteínas que genera el cuerpo humano son para la producción de enzimas propias, nuestro organismo también abastece sus necesidades a partir de los alimentos.
Las enzimas son un componente más de la dieta, como las vitaminas, los fitoquímicos, los minerales o las grasas, ya que sin ellos puede darse un estado de deficiencia que puede manifestarse con un envejecimiento acelerado o la aparición o empeoramiento de enfermedades crónicas. La carencia de enzimas también se relaciona con ciertos problemas de piel, fatiga, dolores musculares o articulares e, incluso, con alergias e intolerancia de origen alimentario.
El ser humano sufre de algunas enfermedades por deficiencia congénita (heredada) de enzimas, como por ejemplo la intolerancia a la lactosa, por falta de lactasa o la fenilcetonuria provocada por la carencia del enzima fenilalanina. Las enzimas se encargan de liberar nutrientes en los propios alimentos haciéndolos más asimilables por nuestro aparato digestivo, también ayudan al organismo en la destrucción de agentes microbianos, tienen un papel importante en la detoxificación (liberación de sustancias tóxicas) y en la activación de otros enzimas y hormonas.
Las enzimas se encuentran en gran cantidad en alimentos frescos como frutas, ensaladas, leche, mantequilla, queso, carne, pescado y huevo
Se encuentran en gran cantidad en los alimentos frescos, como frutas, ensaladas, leche, mantequilla, queso, carne, pescado y huevo. Tales enzimas no sólo proceden de los vegetales y los alimentos de origen animal, sino que también son de origen microbiano, ya que están en los productos obtenidos por fermentación y curado, como el enzima natokinasa que se obtiene del natto, un fermentado de granos de soja y que en la actualidad se le relaciona con la prevención y el tratamiento de enfermedades cardiovasculares.
En la actualidad hay tratamientos médicos basados en la enzimoterapia que prescriben dietas ricas en alimentos crudos y fermentados, además de complementos de enzimas pancreáticos de origen animal para el tratamiento de enfermedades del aparato digestivo. La Food and Drug Administration (FDA) estadounidense se ha posicionado sobre este tema y advierte que aún falta evaluar los resultados de las investigaciones puestas en marcha para asegurar la eficacia y la seguridad de este tipo de preparados.
Ingeniería enzimática
La industria alimentaria ha sabido sacar un gran partido a las enzimas y así lo demuestra el rápido desarrollo que en los últimos años ha tenido la enzimología en el ámbito de la bioquímica de alimentos. Los efectos beneficiosos de la acción enzimática están presentes tras un buen solomillo, una rica cerveza, una fruta aromática, un queso bien curado y hasta en un crujiente y esponjoso pan. Son también enzimas las que determinan que un café sea considerado un "buen café", que un cacao haga disfrutar de un sabor y aroma agradables y que un té negro posea sus atributos especiales que lo diferencian de otros tipos de té.
Las principales fuentes de enzimas usadas en la industria de alimentos son de diferente origen: la renina, pepsina, tripsina, catalasa y lipasa pancreática son de origen animal. Algunas de ellas se utilizan en la industria láctea y son indispensables para determinar las características fundamentales que distinguen a los diferentes tipos de quesos entre sí. De origen vegetal es la alfa-amilasa obtenida del germen de trigo y fundamental en la mejora del valor panificador de las harinas que se utilizan para hacer el pan.
También son de origen vegetal las proteasas de la papaya, el higo y la piña, utilizadas en panadería para obtener masas blandas, suaves y extensibles con las que se pueden realizar galletas secas y barquillos. De origen microbiano son las enzimas de los hongos Aspergillus flavus, A. orycae y A. niger, y del Bacillus subtilis, algunas de ellas aplicadas durante el proceso de maduración de la carne para conseguir una textura blanda, jugosa, masticable y de sabor agradable, es decir, convertirla en un alimento listo para ser consumido.
ENZIMAS Y ALIMENTOS FUNCIONALES
En la industria de alimentos y bebidas, los fabricantes utilizan enzimas como una alternativa natural para mejorar la eficiencia en la producción, la calidad y la consistencia del alimento, ya que se ahorran la utilización de aditivos artificiales. La sustitución de sustancias químicas por enzimas ofrece a los fabricantes la posibilidad de cumplir con la necesidad creciente de que sus productos sean más seguros en su consumo y tengan la etiqueta de alimentos "limpios".
Según investigadores del Laboratorio de Enzimas Vegetales del Departamento de Biotecnología del Centro de Desarrollo de Productos Bióticos del Instituto Politécnico Nacional, en México, "las tendencias actuales en el desarrollo de productos funcionales o nutracéuticos, con la incorporación de la tecnología enzimática, abre el abanico existente de ingredientes activos cuyo uso confiere valor agregado al producto alimentario final".

ARTICULO RELACIONADO
http://www.asesorianutricional.com.ar/enzimas.htm