jueves, 25 de junio de 2009

Dieta vegetariana y prevención de enfermedades crónicas

El vegetarianismo se considera una forma saludable de alimentación, aunque la investigación científica debe concretar en qué beneficia a la salud
La obesidad, la hipertensión arterial, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y la osteoporosis son enfermedades estudiadas y relacionadas en multitud de investigaciones con diversos hábitos de vida de distintos segmentos de la población, entre los que se encuentran las personas que siguen una dieta vegetariana. No obstante, aún faltan más estudios que analicen la relación entre la salud y el seguimiento de este tipo de alimentación.

Autor: Por ELENA PIÑEIRO
Fecha de publicación: 26 de mayo de 2009
http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/alimentacion_alternativa/2009/05/26/185535.php

La postura de la Asociación Americana de Dietética (ADA) y la Asociación de Dietistas de Canadá respecto a las dietas vegetarianas es que, bien planificadas, son saludables, nutricionalmente adecuadas y proporcionan beneficios para la salud en la prevención y el tratamiento de determinadas enfermedades. Pero estudiar los hábitos alimentarios de una población vegetariana es complicado, ya que el vegetarianismo implica distintos y variados tipos de alimentación.
La clave del normopeso
Desde la dieta vegetariana pura (vegana), pasando por el frugivorismo, el crudivorismo, la dieta higienista, la macrobiótica o la dieta ovolactovegetariana, entre otras, hay matices alimenticios en todas ellas que las caracterizan y que las hacen diferentes unas de otras. No obstante, todas coinciden en el alto consumo de productos vegetales, que hace de ellas un instrumento potencial de prevención de diferentes enfermedades crónicas.
Una menor ingesta de proteína, grasa total y grasa animal y, por otro lado, un mayor consumo de fibra y menor de alcohol explican, según estudios que comparan la relación entre el consumo de carne y la obesidad, que quienes siguen una dieta ovolactovegetariana y vegana tengan un índice de masa corporal (IMC) menor en comparación con quienes consumen carne, o incluso que quienes consumen pescado pero no carne.
El IMC cataloga a los individuos por su peso a partir de un peso saludable (normopeso), una clave en la prevención de enfermedades cardiovasculares. Cuanto menos peso se tiene, en general, menos grasa corporal y una mejora de la sensibilidad a la insulina, lo que disminuye a su vez el riesgo de diabetes tipo II. De hecho, según la American Diabetes Association, las dietas vegetarianas pueden cumplir las guías para el tratamiento de la diabetes y se sugiere, además, que la respuesta en sangre glucosa-insulina que produce este tipo de alimentación con un bajo índice glucémico posiblemente explica que los vegetarianos tengan menos presión sanguínea que los que consumen una dieta occidental tipo. Es decir, las dietas vegetarianas tendrían también un efecto hipotensor.
Vegetarianismo y cáncer
Además de los beneficios para la salud de un mayor consumo de nutrientes como la fibra, los carbohidratos complejos o las grasas poliinsaturadas, es interesante observar los beneficios que comporta privarse de los alimentos propios de esta dieta vegetariana, lo que equivale a consumir menos calorías, menos purinas, proteínas animales y azúcares refinados, efectuar una ingesta baja de colesterol y grasas saturadas, menos grasa total y un bajo consumo de sodio.
Algunos estudios sugieren que un alto consumo de vegetales puede ayudar a la prevención de ciertos tipos de cáncer
Lo que se desprende de las investigaciones realizadas hasta la actualidad es que algunos factores de las dietas vegetarianas pueden influir en el riesgo de cáncer: es posible que la conjunción de sustancias beneficiosas, unidas a la no ingesta de sustancias que han demostrado ser dañinas, sea la clave que caracteriza a la alimentación vegetariana como posible protectora frente a algunos tipos de cáncer.
Según el criterio de referencia sobre evidencia científica de la FAO/OMS, la reducción del riesgo de cáncer en general motivado por un alto consumo de vegetales se considera como "probable o posible" y, entre los cánceres, la evidencia de un efecto reductor en el riesgo de cáncer colorrectal se cataloga también como posible. Sin embargo, no se ha encontrado aún la conexión positiva entre un patrón de dieta con alto consumo de vegetales y la reducción del cáncer de mama.
Es conveniente tener en cuenta que las dietas vegetarianas se acercan más al cumplimiento de las guías dietéticas emitidas por el Instituto Nacional del Cáncer americano que las dietas no vegetarianas, en particular con respecto a la ingesta de grasa y fibra.

No obstante, no se puede olvidar, como explican en un metaanálsis sobre este tema los investigadores del Institute of Experimental and Clinical Medicine de Bratislava (Eslovaquia), que "las poblaciones más sanas de Europa son los habitantes de Islandia, Escandinavia y Suecia, paradójicamente consumidores de una considerable cantidad de productos de origen animal en su dieta". En un metaanálisis de diversos estudios prospectivos realizado por los investigadores de Eslovaquia se muestra cómo no se encuentran diferencias en la mortalidad por cáncer de pulmón, próstata, colon, mama y estómago entre los vegetarianos y las personas que siguen una dieta equilibrada saludable.
Aunque se deben desarrollar más investigaciones para determinar cuáles son los factores potencialmente protectores de la alimentación exenta de productos animales, se esperan los resultados del European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC), un estudio europeo a gran escala que aportará nuevos datos sobre la relación entre la dieta, el estilo de vida, el ambiente y la incidencia de cáncer, enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades crónicas.
DIETAS VEGETARIANAS DECLARADAS SALUDABLES
Los vegetarianos que viven en Europa, Canadá y Estados Unidos tienen menos colesterol, sufren menos de hipertensión, de diabetes tipo II, de cáncer de colon y de próstata, y además están más delgados que las personas que consumen una dieta occidental tipo. Por este motivo la Asociación Americana de Dietética y la Asociación de Dietistas de Canadá se han posicionado claramente a favor de una dieta vegetariana adecuadamente planificada.
Los beneficios para la salud en la prevención y el tratamiento de algunas enfermedades fueron definidos por estos organismos oficiales en una declaración de su posición, que salió a la luz publicada en el "Journal of the American Dietetic Association" en el año 2003, y que en la actualidad es un documento de referencia en este tema. Según la European Vegetarian Union, casi dos millones de personas, un 4% de la población española, podría seguir alguno de los tipos de dietas vegetarianas que se practican. Este dato es tan sólo una estimación proporcionada por la Asociación Vegana Española, debido a que no se dispone en la actualidad de otros datos nacionales oficiales al respecto.
Una variedad de enfoques en la planificación de los menús puede proporcionar una nutrición adecuada para los vegetarianos. La Guía de Alimentación Vegetariana Rainbow sugiere el siguiente enfoque.
Elegir variedad de alimentos, incluidos granos integrales, verduras, frutas, legumbres, frutos secos, semillas y, si se desea, productos lácteos y huevos.
Seleccionar alimentos que no estén edulcorados, no sean muy grasos y evitar los alimentos procesados.
Escoger variedad de frutas y hortalizas.
En caso de consumir alimentos de origen animal como los productos lácteos y los huevos, elegir mejor los lácteos con menor contenido de grasa, y consumir estos alimentos con moderación.
Utilizar una fuente extra de vitamina B12 y, en caso de tener limitada la exposición a la luz del sol, de vitamina D.
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martes, 23 de junio de 2009

Alimentos y sabores en peligro de extinción

La industrialización, la poca rentabilidad de su producción o el cambio de hábitos y de gustos entre los consumidores son algunas de las razones que llevan a esta situación

El movimiento internacional Slow food, que reivindica el hecho de comer despacio disfrutando del sabor de los alimentos y del acto de comer, ha realizado un catálogo que incluye alimentos en peligro de extinción de todo el mundo. En él se encuentran más de 750 productos olvidados de distintos países del mundo, entre ellos 46 españoles. Los más abundantes son vegetales, cereales y algunas frutas y legumbres. También hace referencia a diversas especies de pescados o sus ancestrales formas de elaboración, así como distintos quesos, vinos y licores tradicionales.

"Arca del Gusto"
Son varias las causas que están llevando, día a día, año tras año, a la pérdida de alimentos y de sabores, y con ello a la desaparición de nuestro acervo culinario de multitud de recetas y comidas tradicionales. La industrialización de los procesos de producción y cultivo que tiende a la homogeneización de los métodos productivos; la presencia de razas muy productivas (vacas lecheras frisonas, gallinas ponedoras blanca Leghonr o cerdos blancos de largo crecimiento) que sustituyen a muchos animales de granja; la poca rentabilidad de la producción y distribución de ciertos alimentos propiciada por el dominio de grandes multinacionales; la sobreexplotación pesquera que afecta a especies muy conocidas y consumidas (bacalao, atún rojo, lenguado y merluza, entre otras); el cambio de hábitos y de gustos entre los consumidores, o el elevado precio de los productos poco demandados, son entre otras, las razones que conducen a esta situación.
Un total de 46 de los 750 alimentos en peligro de extinción en todo el mundo son españoles
Con el objetivo de revalorizar los productos regionales, fomentar el consumo de los alimentos en peligro evidente de desaparecer y tratar de recuperar las tradiciones culinarias más antiguas al gusto de los consumidores actuales, la Fundación Internacional Slow Food ha desarrollado en Internet el proyecto "Ark of Taste" (Arca del Gusto)-
A través de su página web se tiene acceso a un listado de diferentes alimentos de países de todo el mundo que se encuentran en verdadero peligro de extinción y a los informes sobre su situación actual y sobre las posibilidades reales de encontrarlos. El listado de alimentos en peligro de extinción asciende a más de 750, de los cuáles 46 son productos españoles.
Entre ellos encontramos numerosos vegetales como una variedad de tomate (Aritxabaltako mozkorra) natural de Guipúzcoa, carnoso y sabroso con pocas semillas y un intenso color rojo casi granate; la espigall, también llamada col brotonera, una verdura de invierno típica de El Garraf, región de Cataluña, de color verde y hojas comestibles espigadas y dentadas; cereales como el millo corvo, un tipo de maíz de grano negro que se planta en el sur de Galicia, o la escanda, un cereal antiguamente abundante de Asturias; frutas como la manzana Esperiega, una variedad oriunda de Valencia, y algunas legumbres. También se hace referencia a razas de animales como la de vacuno Betizu arraigada al País Vasco; especies de pescados o sus ancestrales formas de elaboración, así como algunos quesos y vinos tradicionales.
Recuperar sabores naturales y originales
El gusto por los alimentos de los consumidores ha cambiado en los últimos años. El nuevo estilo de vida, que conduce a un uso masivo de productos precocinados o elaborados, está llevando a un uso y a un consumo universal de aditivos. Muchos de estos aditivos son potenciadores del sabor y se emplean en diversidad de preparados, lo que explica que muchos productos de distinta naturaleza nos sepan igual o muy parecido.
Desde pizzas y canelones hasta sopas de sobre, salsas, productos de charcutería o aperitivos salados tipo patatas fritas. Todo sabe igual, o nada sabe como antes. Sobre todo en los productos frescos. Resulta difícil encontrar un tomate, salvo en plena temporada, que sepa realmente a tomate, al sabor del tomate fresco de la huerta que recordamos de pequeños. Lo mismo ocurre con los melocotones, que ni siquiera desprenden aroma, a pesar de su lustrosa apariencia.
Muchos niños de ahora asocian el sabor del tomate a la salsa tipo ketchup, cuyo sabor no tiene nada que ver (es de sabor más dulce y pronunciado) respecto a una salsa de tomate casera. Los consumidores tenemos trabajo si queremos recuperar los sabores naturales y reales de los alimentos. Un primer paso puede ser escoger alimentos de temporada, aquellos en los que se pone especial empeño en su cultivo o producción, por lo general, más sabrosos y apetecibles. Otro paso tiene lugar en la cocina, haciendo uso racional y proporcionado de los condimentos y las especias. Los expertos en gastronomía advierten que, para obtener un plato delicioso, los condimentos deben proporcionar un contraste o un aroma al plato, pero sin anular el sabor real del ingrediente principal.
Slow food, slow travel
En los últimos años han ido surgiendo movimientos slow (lento) que tienen en común, por medio de distintas iniciativas, la lucha contra la velocidad y las prisas en las que está imbuida la sociedad actual. El movimiento Slow food, cuya traducción al castellano es "comida lenta", es el término opuesto al Fast food o comida rápida. Se trata de un movimiento internacional creado en Italia en la década de 1980, cuyo objetivo es desarrollar una cultura contraria al Fast food y recuperar los sabores y las costumbres tradicionales. Sus seguidores persiguen disfrutar de la comida, degustar los placeres que ofrece y gozar de la buena mesa en el entorno más adecuado y tranquilo.
Con una filosofía similar ha surgido el Slow travel, una forma de viajar y hacer turismo que aboga por integrarse en el lugar de destino, comunicarse con sus habitantes y formar parte de sus costumbres. El movimiento slow ha impulsado la creación de las slow cities, ciudades que ofrecen al habitante y al visitante una calidad de vida que se plasma en la abundancia de zonas peatonales y zonas verdes, el cuidado de la gastronomía y la cultura autóctona, un ambiente tranquilo lo más libre posible de ruido y contaminación.

fuente http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/curiosidades/2008/08/19/179385.php

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Fast Food vs. Slow Food - Comida rápida vs. Alimento lento

http://www.asesorianutricional.com.ar/articulos-12.htm