Lo que comen los chicos
Fuera de casa, hamburguesas, chicles y helados
Esta es una conducta que entre los 6 y los 18 años se repite todos los días en los quioscos –donde los chicos gastan unos 2 pesos diarios–, las casas de panchos y los locales de comida rápida.
“El consumo de esos productos ricos en carbohidratos y grasas de mala calidad para la salud debería ser esporádico y no cotidiano, como observamos entre nuestros chicos y adolescentes”, comentó la licenciada María Elena Torresani, coordinadora del estudio y titular de la cátedra de Dietoterapia del Niño de la carrera de Nutrición, de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Aceptados para su publicación por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), los resultados del estudio sobre 753 alumnos primarios y secundarios porteños y bonaerenses son contundentes: siete de cada diez dijeron que consumían ese tipo de productos porque les gusta y no por hambre. Entre las hipótesis más precisas están su bajo costo y, en el caso del alto consumo de los chicles entre las adolescentes, por ejemplo, el deseo de engañar las demandas del estómago y comer menos.
"La rapidez con la que avanzó la prevalencia de sobrepeso en niños y adolescentes en los últimos años concentra toda la atención en los cambios culturales y ambientales que promueven el aumento de las denominadas conductas obesogénicas", explicó Torresani, que coordinó el estudio.
Dentro de ese tipo de conductas, la especialista incluyó la proliferación de las comidas rápidas de baja calidad nutricional y alta densidad energética, el aumento del tamaño de las porciones que se consumen fuera del hogar, el sedentarismo acompañado de un aumento de las horas que se pasan frente al televisor, la computadora y los videojuegos, y una menor actividad física durante la recreación al aire libre.
Ranking de preferencias
Según el artículo publicado en la edición de abril de la revista Archivos Argentinos de Pediatría , de la SAP, más del 85% de los chicos y adolescentes encuestados dijo concurrir a locales de las cadenas de comida rápida una vez por semana o más.
"Este hábito suele ser mayor en las mujeres que en los varones y a toda edad", escribe el equipo integrado por las investigadoras Mariana Raspini, Ommi Acosta Sero, Laura Giusti, Constanza García, Silvia Español, Pía Brachi, Alejandra De Dona, Dolores Salaberri y Laura Rodríguez, ayudantes de la cátedra de la UBA.
Los productos más elegidos en esos locales por todos los chicos, tanto varones como mujeres, de 6 a 12 años y los adolescentes varones fueron los helados y en segundo lugar las hamburguesas... pero en su versión grande. En cambio, las adolescentes prefieren comprar un menú con hamburguesa mediana y, luego, los helados.
"En general, las ensaladas fueron el producto menos consumido, aunque se observó que aumenta a medida que también aumenta la edad", advierten las investigadoras.
Por un lado, según Torresani, el bajo deseo de consumir vegetales coincide con los hábitos alimentarios generales ya conocidos en la población pediátrica. "Más del 70% no alcanza el consumo recomendado de verduras", puntualizó.
En esos locales, también, entre el 9 y el 25% de los chicos y adolescentes compra habitualmente el menú para desayunar. Los varones lo hacen con más frecuencia que las mujeres, lo que aumenta con la edad.
Quioscos, la gran atracción
Pero sin duda son los quioscos lo que más los atrae: 707 de los 753 participantes, el 94%, los visitan todos los días. Los productos más codiciados fueron los chicles entre las mujeres y las gaseosas entre los varones, especialmente entre los adolescentes.
Además, las alumnas primarias son las principales consumidoras de chupetines (13,4%), mientras que sus congéneres adolescentes prefieren elegir los alfajores (18,9%).
El promedio de "inversión" diaria en los quioscos, según hallaron las investigadoras, es de 2 pesos en todas las edades.
"El costo de los diferentes productos o alimentos en el mercado es una barrera importante a la hora de seleccionarlos -comentó ayer la coordinadora del estudio en diálogo con LA NACION-, ya que lamentablemente los alimentos no saludables pueden adquirirse a un costo mucho menor que los más saludables, como ocurre con las ensaladas en los locales de comidas rápidas."
En cuanto a qué influye esta tendencia en los hábitos de compra infantil y adolescente, el equipo de la UBA observó que la mayoría hace caso del placer y, en segundo lugar, del apetito, que también incluye un gran porcentaje de deseo. En cambio, apenas 46 participantes (6%) atribuyen el origen de la tentación a los avisos publicitarios en la vía pública o la televisión.
Entre sus recomendaciones, el equipo incluye que los padres alienten a sus hijos a aumentar la actividad física, como también la educación alimentaria para reducir la frecuencia de consumo de estos productos con alto contenido de carbohidratos y grasas.
"La obesidad infantil -señaló Torresani- es predictora de la obesidad adulta, siendo entonces la infancia y la adolescencia tiempos cruciales para su prevención, y la educación alimentaria es la mejor herramienta. Por otro lado, la forma en que los chicos y adolescentes ocupan su tiempo libre ayudará a mejorar su calidad de vida futura y prevenir enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad."
Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION
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