limEl río mítico, el de aguas color de león, el que convoca imágenes tangueras y forma parte indisoluble de la historia de Buenos Aires, el Río de la Plata es uno de los diez más amenazados del mundo. Lo afirma un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza que acaba de conocerse con motivo de celebrarse mañana el Día Mundial del Agua.
El informe -que además incluye al Yangtze, el Mekong, el Salween, el Ganges y el Indo, en Asia; al Danubio, en Europa; al Nilo, en Africa; al Murria-Darling, en Australia, y al río Grande, en América- subraya que las principales fuentes de agua dulce del mundo se están muriendo por la contaminación, la protección inadecuada y el planeamiento deficiente.
Según la Fundación Vida Silvestre, filial local del Fondo, nuestro Río de la Plata -el más ancho y uno de los más caudalosos del mundo, cuya cuenca abarca tres millones de km2, que alberga más de 350 especies de peces, 650 de pájaros y 1600 de plantas florales- recibe diariamente más de 2 millones de metros cúbicos de residuos industriales y una cantidad similar de residuos cloacales sin tratar. Si a esto se le suman la limpieza de sentinas de los buques que llegan al puerto de Buenos Aires, la pesca descontrolada y la degradación de las selvas ribereñas, el panorama es decididamente inquietante...
Sin embargo, la crisis del agua dulce excede largamente el estado de los ríos. En la publicación Agua para el alimento, agua para la vida (también dada a conocer ayer por el Instituto Internacional de Manejo del Agua), una amplia evaluación en la que participaron más de 700 especialistas de cientos de instituciones de todo el mundo, se advierte que es imperioso lograr una mejor administración de este recurso natural. Es más: el trabajo calcula que para alimentar a una población creciente la demanda de alimentos se duplicará en los próximos 50 años. Y si las prácticas no cambian, el uso del agua, también, lo que pone en duda la capacidad de la naturaleza para abastecernos.
El estudio, sin embargo, destaca que muchos problemas podrían evitarse. Por ejemplo, se calcula que por cada caloría que ingerimos un litro de agua se transforma en vapor. "Cada uno de nosotros es responsable de consumir entre 2000 y 5000 litros de agua por día, dependiendo de nuestra dieta y de cómo producimos nuestra comida", escriben los especialistas, y destacan que en muchos países entre el 30 y el 40% de los alimentos se pierde entre el campo y nuestro tenedor, o entre el negocio y nuestra mesa... "La escasez del agua llegó para quedarse. Tendremos que aprender a vivir con ella", advierten. Y, como decían las abuelas, el ahorro bien entendido empieza por casa.
Fuente original: Nota la Nacion Ciencia/Saluda 21 de marzo 2007
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